domingo, 31 de enero de 2010

EL VIAJERO

EL VIAJERO


Segundo Puesto:

Nombre: Q.·.H.·. Joaquín Rojas Ruiz
Logia: R.·.L.·.S.·. Francisco Javier Mariategui Nº 76
Título: Reflexiones sobre mi Iniciación
Pseudónimo: El Viajero
Ambos lados de mi artesanal alforja sopesan mi buenas y malas acciones, he recorrido el mundo llenando el lado bueno, he logrado triunfos, bienes, riquezas, vanidades del ego, pero que he ganado?, si mi otro lado está lleno males que he causado, de dolor, tristeza, llanto y desolación, que lo hace más pesado aún.

Mis hábitos mundanos han reducido mi mente y eliminado mi alma, a donde iré desconsolado.

Sin embargo, el sol seguirá siendo el sol aunque se oculte tras las nubes.

Y después de que mi madre ofrendara mi vida a Dios por su infinita caridad de permitirme este mundo habitar, mi destino no está en un camino corriente.

A lejanas fronteras de un universo por descubrir debo partir, a aquellas fronteras de mi conciencia, de mi microcosmos. Conquistar espiritualmente mi mundo interior, traspasar las fronteras de la muerte y ver mi alma purificada volver a nacer con la aurora, debo hacer.

Y es entonces, cuando por voluntad propia, mis ojos son cubiertos por una venda, el camino debe empezar.

Mas allá del Hades, sumergido en el Tártaro, en la completa oscuridad y desolación, sin familia, sin amigos, sin mis joyas y metales, acechándome la muerte con su guadaña está, tiene preparado ya mi ataúd, el tiempo se acaba, debo testar mis deberes y es cuando me doy cuenta que cincuenta cabezas y cien manos de mis gigantes Hecatónquiros me tienen prisionero entre mis aviesas y sensuales pasiones.

Imaginando que el alma de la calavera estaba presente, le pedí que me ayudara a salir con éxito del inframundo, mirando el reloj, al gallo le dije que no cantara en la oscuridad de la noche, que lo hiciera en forma desgañitada pero al amanecer, anunciando con alegría la aurora de un nuevo día.

Pero todo se quiebra, ya no puedo reaccionar, mi mente cada vez no comprende, siento que se borra mi visión; mi alma está triste, comprendo que debo morir pero no con un electroencefalograma "plano", apelo a la gran fuerza natural de mi espíritu, para salir de mi letargo, para sacarme el peso terrible que tengo en el cerebro. Y es cuando a lo lejos se escuchan los golpes en una madera. Es mi ayuda, que sin ella no avanzaré en mi camino.

Serán los Grandes Magos del Oriente?, los dioses egipcios, los dioses del Olimpo o un enviado de la diosa Ceres?, portando los pequeños y grandes Misterios de la Humanidad para socorrerme en mi psiconáutico viaje?

Nooo!, es un hombre!, un hombre libre y de buenas costumbres, que pertenece a una Orden que sólo quiere el amor a la Humanidad y la pureza de nuestras corazones,‑ es un Hermano, que un día prometió ayudar a los seres humanos, portador de un bello secreto, a quién no le interesa si tengo o no religión, sólo le importa mi conducta frente a mis semejantes, a mi familia, en mi trabajo, en la sociedad, delante del mundo; y cumpliendo sus deberes viene en mi auxilio.

Sin antes haberme conocido, me conduce a un lugar sagrado, me concede tal favor porque sabe que también soy un hombre libre y de buenas costumbres, pero con un alma sumida en la oscuridad marchando entre dudas por el terreno escabroso de la vida; con una conciencia y conocimiento reducido a algo meramente material y a la ignorancia que reina en la mayor parte del mundo; que requiere de un largo aprendizaje para consagrarse al estudio de la virtud y al encuentro de la verdad.

Pero el cambio, sin la gracia de Dios y compromisos libres, de corazón, nada es posible. Hay que experimentar la desaparición del yo terrestre y el nacimiento de otro yo más puro y más etéreo.

Hay que purificar el cuerpo con el agua y el fuego, y sufrir la prueba de la expia­ción como se ha hecho desde el principio de los tiempos, para desapegarlo de lo material, del vicio y de las pasiones; preparándolo intelectualmente para que ob­tenga la fuente del conocimiento, única facultad que le permitirá alcanzar la libera­ción y la sabiduría; convirtiendo al ser humano en un hombre de honor, leal a su palabra, virtuoso, digno de ser admitido en la Orden que preserva los misterios mas antiguos de la Humanidad.

Juzgado así, para salir de las tinieblas del mundo material en que está sumergido, digno es para pedir la Luz, aquella inteligencia divina, radiante que ilumina el Es­píritu y da esperanza al Alma.

Creado, recibido y constituido el Neófito ya no andará sólo su camino, tiene a su Maestro y a sus Hermanos mayores quiénes lo han recibido con tierna y consola­dora amistad, virtud, que en esa gran obra tan sabiamente arreglada, donde se encuentran hombres eminentes de todo género no se enseña.

Sin embargo, duro es el trabajo para moldear aquella piedra tosca para que sea útil en el templo de la fraternidad universal. Duro y escabroso es aún el camino medio entre el excesivo dolor o placer, que en silencio hay que recorrer.

Entre nenúfares crece el loto bajo las aguas del río, largo tiempo, antes de abrirse en flor.

Trabajar intensamente, manteniendo nuestro juramento, nuestras almas limpias y puras y nuestro corazón sin mancha del mal y las injusticias, encomendando nuestra obra al autor de todas las cosas para que la ilumine con un rayo de su Divina Gracia, hace un aprendiz.

Por ello, no hay que apresurar el florecimiento de la flor divina. Si ella tiene que venir, vendrá a su debido tiempo, por el trabajo propio.

Y en este camino estoy, entrando por la frontera de la mente humana, siguiendo mi viaje, para ser más compasivo, más sensible más desapegado, más amoroso, más humanitario, más responsable, más ético con todos los hombres del mundo, como lo quiere la Masonería, Orden de hombres libres y de buenas costumbres.

Sigo mi destino.

Pero que destino puede ser ese?

El de un viajero, que quiere completar su viaje, y con la luz del sol, al amanecer agarrar sin espinarme las manos deseo, una flores amarrillas que me acompañen con alegría hasta el ocaso del astro rey y al completar mi viaje, cuando mi vida exhale mi alma hacia el nirvana, seguro estor que regresará.

Por eso, hoy mi viaje comienza, un viaje de virtud, de libertad, paz, fraternidad, igualdad, tolerancia y amor.

Bibliografía:

- Diccionario Enciclopédico de la Masonería. Editorial Kier Argentina. 1947.
- Lavagnini, Aldo. La Masonería Revelada. Manual del Aprendiz
- Oswald Wirth. "EL LIBRO DEL APRENDIZ" Manual de Instrucción Iniciática para el uso de los Francmasones del Primer Grado. 1894.
- Páginas web visitadas:

• Declaración de Principios sobre Tolerancia. http://www.unesco.orq/cpp/sp/de claraciones/tolerencia.htm
• Arturo Martínez Holgado, M.·. M.·. "LA FRANC MASONERÍA Y SUS CUATRO PRINCIPIOS FUNDAMENTALES. http://Www.Colectivogíner.com/htm/arturo.pdf
http://www.institutodemer.es/articulos/quinta/LAACACIA.pdf